La esencia de nuestra profesión, en el campo del derecho, es buscar la solución justa que dirima cualquier género de controversia que surja entre los individuos y entre los Estados, evitando que predomine la ley del más fuerte, que sería la ley de la selva. A lo largo de mis cátedras siempre he manifestado que quien no tenga inclinación por la justicia no tiene vocación de abogado, porque, como afirma el gran maestro de la Universidad de Florencia, Piero Calamandrei, el abogado debe constituirse en sacerdote de la justicia. No puede ser buen juez quien no tiene sensibilidad a la justicia.