Todos los matrimonios tienen en principio el deseo de permanecer unidos. Sin embargo, la convivencia diaria encierra circunstancias muchas veces imprevisibles, que provocan que ese deseo de permanencia disminuya e incluso desaparezca, llegando en algunos casos a afectar gravemente la estabilidad emocional y mental de los integrantes de la pareja y de los hijos cuando los hay. Es en estos casos cuando la separación y/o el divorcio llegan a convertirse en un camino viable que puede prevenir un daño mayor. Divorcio sano es una invitación a la reflexión, a la introspección, con la certeza de que las personas que lo están viviendo poseen los recursos, la sensibilidad y la evolución emocional y humana para rescatarse a sí mismas.