Esta obra reúne dos ejemplos clásicos de la lírica amorosa hispanoárabe: la profana de Ibn Zaydun y la mística de Ibn Arabi. Ambos separados por más de siglo y medio de una historia turbulenta, moviéndose en ambientes completamente distintos. El primero lo hacía en los círculos literarios y cortesanos de la Córdoba califa durante un periodo notable por su refinado lujo y poesía; el segundo, en los ámbitos místicos y ascéticos en un tiempo de esplendor para el pensamiento filosófico. Ambos, al parecer, escribieron versos opuestos diametralmente: los de Ibn Zaydun se lamentan por un bien terreno ya perdido; los de Ibn Arabi suspiran por un bien divino nunca alcanzado. Para los dos poetas el ser amado alcanza un sentido trascendental que lo convierte en meta del deseo y de la existencia. Arabi adjudica a lo humano sentimientos divinos, mientras que Zaydun da a su amor sensual y terrenal un valor que lleva a una relevancia religiosa.