En 2012 el PRI volvió con los rostros de viejos conocidos, varias generaciones de poderosos entre gobernadores, dirigentes estatales de partido, líderes de congresos locales y caciques del añejo corporativismo. Así se inició un proceso represivo en el que se impusieron reformas estructurales y se confrontó la protesta con gases, prisión y muerte. Lo que aterra de ese autoritarismo, sostiene Arturo Rodríguez, es su máscara de buenas intenciones con la que se subsiste el verdugo que dice defender las instituciones.
De ese modo, el autor pone en evidencia graves problemáticas, que atraviesan a la sociedad: desde el adoctrinamiento de una ciudadanía indiferente, pasando por los medio de comunicación alineados a la cúpula de poder, hasta el uso del aparato de Estado con cuerpos militares y mecanismos jurídicos para garantizar la impunidad de quienes gobiernan e incurren en crímenes.
Esta obra resulta una agenda indispensable de periodismo crítico que permite al lector comprender la vida pública mexicana al cabo de los tres primeros lustros del siglo XXI.
